~Un paso

En un paso escuché, como decía la canción, a la noche en los huesos... a la noche ayunada por las nubes impacientes.
En un paso siempre interpretas equivocadamente las luces que te encienden un camino abrasivo, unas pequeñas esquelas que el cielo abre al morir en tus pies...
En un paso oigo la nada que me grita, y que me aúlla como la nieve al caer en tu lecho maldito,
oigo los pasos que quizás me invaden de risas insignificantes pero enriquecedoras...
No oigo y ni tengo intenciones, solo me aferro a esta involuntaria fe que me está apuntando hacia el sucio camino... un camino que debo recorrer junto a mí.
En un paso olí, tierra ferviente, tierra con sangre cuajada que se extirpa de tus lamentos, de tus pecados que ni siquiera son reales porque tu mente los crea y los parió sin desdicha...
Un vuelco al río, al mar, al camino, al cielo... y a tus pasos que pisan mi presente.

~Aún

Aún no será lo mismo... si sigo precipitándome al entorno vulgar... entre dientes que mastican mi verdad.
Aún ni sería lo mismo, pese al recreo que le estoy dando al estresado desenfoque de mis ojos.
Aún no es lo mismo, porque no quiero estrellarme en el asfalto del dolor, qué bien se siente dirían muchos, pues finalmente disfrutas del roce y del seguir creyendo en lo que jamás has tenido.
Aún estoy, influyo en mi temor, influyo en tus deudas, y quisiera también pecar en todas las dimensiones posibles que hacen feliz tu necesidad de gritar... perdóname por ser tan pedante y por atemorizarte de frente en tu batalla... no tan campal como dirían las viejas razones.
Y sí, quiero ir a donde quiera que sea la tierra, que arrastre, que raspe, que moje; que mate al inservible pudor que esconden las miradas, aquellas que solo yo sé lanzar en un grito bromeado.
Aún no es; pero quiero que sea pronto.

~En mente

Tengo en mente un cielo enflaquecido de promesas pateadas, de llantos llenos de aire, de visiones flacas como el aliento de un vaivén. Tengo en mente tanta basura como para ayudarte a olvidar.
Tengo en mente, o no tengo mente, tengo en mente tanto odio que tus huellas derriten mis ánimos perversos, envueltos, sublimes, maldecidos, húmedos... llorozos.
Tengo en el alma la mente que tanto anhelas, tengo entre los dedos enfermizos de palabras un cerro atestado de dolorosos agujones que se inyectan en tus pasos de mentira... en tus oídos vengativos al muro de las verdades... en un escudriñado trozo de presente, en un desnudo paraje entre tus rodillas y tu orgullosa presencia.
Tengo un mar de risa, risa negra que es tan declinada como tus pesadillas, como el hiriente cabello de una traición... como eres tú de hiriente cuando no quieres oir mis temores... Como eres tú de hiriente cuando no quieres comer de mis humillaciones...
Como eres tú... en mente, en mente absurda, ¿qué sacas con tener deseos de batalla si el insulto que proviene de esta brecha es más válido que tu propia piel?...
No te tengo en mente.

~Instante

Se escapa... como por inercia o por precaución... como almas en la bóveda de los secretos austeros que han olvidado el perdón de sus sollozos. Un instante perdido pero ganado en la nada, en la soledad, en la insistencia de tus días, con ganancias venideras, pérdidas incuantificables y quizás aire que alcanza a comprender lo que mis ojos no quieren.
Un instante, un minuto de días, un manto de poros vagando en un trozo de roca que gime en su interior, en la latencia de carente atención, en el núcleo del sentir; en el ameno oscuro... pútrido... desnutrido... vagabundo... oxidado... tú.
Un instante, un segundo respirado, emanado, exhalado, instado y muchas veces herido en las enredaderas inertes de tus cavidades; el corazón... el sol, no se posa la nada en ti, se recibe el hedor del pésimo augurio.
Un instante, un mal nacido, un bastardo y puto instante... en dónde quedaron...
En dónde estás...

~Goteo

Manchas sublimes de hedor incuantificable... una subasta al mejor pensamiento que adquiriste en un gris día, en una rotunda mañana de aromas solitarios, maná que se vierte en una pupila etérea.
En una silla rota, quizás amena a tus ideales, quizás alta quizás baja, quizás nula, o quizás gigante para que se siente ese hermoso cuerpo débil de tantas enseñanzas vanas, bajas... como tu mirada.
En un banco triste, en una manta marchita, en unas manos disolventes en cuanto a cuidados; en tu capacidad de ser presente... de ser vida; de ser un caudal vacío de emociones perras...